por Ivonne De la Cruz
Hablar de las mujeres en los medios de comunicación implica desmenuzar estereotipos, censura y violencia. Por un lado enfrentamos la inequidad en los contenidos, ya que regularmente son varones los especialistas, políticos o diplomáticos quienes hacen las noticias. A las mujeres se nos ocupan como «gancho» para jalar audiencias, es decir, somos mostradas en traje de baño en la playa, como víctimas de violencia de quién debemos compadecernos, como abnegadas acompañantes de políticos ilustres o como seres abstractos que deseamos comprar lo que nos pongan enfrente.
En el mundo de los medios también existimos las mujeres que trabajamos en ellos, quienes generalmente somos expuestas a duras críticas, o somos utilizadas como muñecas para informar sobre clima o dar la hora.
Como mujer periodista he testificado las desigualdades a las que nos enfrentamos, todos los días. Incluso, bajo un espejismo de inclusión creado por nuestros propios compañeros cuando «nos permiten» formar parte de sus clubes, organismos o círculos donde nos asignan tareas de administración y no de liderazgo.
Hay un nuevo fenómeno que va de la mano de las redes sociales y el uso de internet. Se observa, por ejemplo, en los grupos de whatspp para comunicación interna. Se olvidan que estamos presentes y envían mensajes con imágenes de mujeres como objetos sexuales. La mayoría de las periodistas callan porque cuando algunas levantamos la voz, exigiendo respeto, nos contestan con silencio e indiferencia, dos formas de violencia psicológica que es difícil de demostrar pero que producen severo daño.
Participar en los medios de comunicación es uno de los privilegios que me ha otorgado ser de las mujeres que tuvieron la suerte, el apoyo de la familia y los recursos para acceder a la educación, aunque no siempre laica y gratuita como se marca en la Constitución. Pero también me ha convertido en observadora de esa violencia a la que somos sometidas y que nos niega nuestro derecho a la comunicación.
Como periodista no puedo dejar de lado mi línea crítica y aceptar que es «natural» que los hombres, dedicados a los medios o no, se expresen sobre nosotras como inferiores u objetos. Porque cuando algo es calificado como «natural» pierde la facultad de ser cuestionado y debe ser aceptado.
Históricamente, las mujeres hemos sido silenciadas. No podemos expresarnos sin que se generen especulaciones y dobles sentidos sobre frases estructuradas, claras y directas. Un simple «no», puede ser alterado bajo la idea establecida, confusa y misógina de que las mujeres decimos «no» al querer decir «sí». Pensamiento que ha incentivado y justificado las violaciones sexuales.
A las mujeres se nos suprimió el derecho a pensar al difundir la idea de que todas somos manipuladoras y calculadoras, sin autoridad en las palabras que emitimos.
Hoy, reclamando mi derecho a la comunicación, digo no a la violencia, no a las simulaciones de respeto, no la difusión de mensajes irreales de las mujeres en los medios. Hoy digo sí a la apropiación y difusión del pensamiento crítico, feminista y sin estereotipos.
Y para finalizar, el llamado a la reflexión también es para que en este Día Internacional de la Mujer, no se nos felicite, sino que se reflexione sobre la importancia que tenemos como parte de la sociedad, como seres humanos y se reconozca la lucha que enfrentamos todos los días.